martes, 8 de agosto de 2006

Breves deportivos

Dani Pedrosa y el igualitarismo
La semana pasada Dani Pedrosa, el fantástico corredor de motos, volvió a ganar una carrera de 250 cc y ya nada parece que podrá evitar que el año que viene se mida con Valentino Rossi, ese fenómeno mediático que seduce a todos, incluidos a los seguidores naturales del mismísimo Sete Gibernau en una gratificante demostración –gratificante para mí e imagino que hiriente para él- de cómo el talento individual triunfa sobre los sentimientos de pertenencia tribal: no puedo negar que sentí cierta morbosa satisfacción cuando Sete se abrió en la última curva para que pasara –imperial y romano- el Doctor hacia una nueva victoria. Pongo en manos de Pedrosa mi posible redención.
Sin embargo, un fantasma recorre el paddock amenazando la carrera del joven corredor. Desde hace un tiempo surgen voces que demandan una manipulación de su moto para aumentar el peso y, de esta manera, compensar la ventaja que Pedrosa obtendría por su menor tamaño frente a sus rivales. Porque, sí señores, resulta que nuestro héroe es diminuto. Esta demanda de igualitarismo es reseñable, pues en este caso se ejerce sobre un límite y no sobre una virtud, como suele ser habitual. Puestos a buscar la igualación absoluta de los participantes, ¿por qué no comenzar por la más evidente, la que hace referencia a las mecánicas con las que compiten?, ¿por qué debería grabarse al corredor por un “defecto”, aunque a la hora de correr sobre una moto sea un don? En general aplaudimos el espíritu de competición de aquellas personas discapacitadas mediante la celebración de pruebas deportivas alternativas y, sin embargo, se le quiere negar al joven Pedrosa triunfar en el deporte normalizado explotando las ventajas que su limitación corporal le pueda proporcionar. Quién sabe si no fueron las constantes humillaciones que hubo de soportar en su infancia y adolescencia por lo justito de su tamaño lo que le empujó a ser el Mejor Corredor del Mundo para redimirse de tanta frustración, un personaje en busca de telefilm. En el fondo subyace el rechazo a la diferencia, a las ventajas naturales o sociales entre personas. Ante ellas la tabula rasa del igualitarismo actúa con igual severidad, pero por distintos medios: mediante un sistema educativo que coacciona el talento natural de los niños más capaces para mantener la cohesión de la clase, mediante impuestos que graban la riqueza que heredan los hijos de sus padres, aún a costa de amedrentar la creación de riqueza colectiva o cargando de plomo al pobre Pedrosa para que corra menos que sus pesados contrincantes.
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David Meca y el espíritu del capitalismo
No tengo constancia de que David Meca sea protestante, pero no conozco ejemplo más loable de explotación comercial de un esfuerzo deportivo. David es un magnífico vendedor de sí mismo, es simpático, inteligente, definitivamente espabilado, y sabe que la carrera es corta y la vida larga. Frente a ello no se queja ni pide subvenciones para un deporte minoritario como la natación de fondo, sino que intenta sacar el máximo partido de lo que su genio y fama le puedan reportar. En su actitud empresarial no tiene nada que perdonarse: no olvida que el fin de la competición es luchar por ser el mejor y él es un chico excelente, frente a fenómenos como el de la Kournikova que tanto escandalizan a los que siempre están dispuestos a escandalizarse por la riqueza de los demás. Si se dedicara a algún deporte masivo sería la imagen de alguna gran multinacional, sin embargo, él lucha en otra división y en su búsqueda de patrocinio para sus hazañas deportivas da cabida a esas modestas marcas que acostumbran a subordinarse al gentilicio en los equipos de fútbol sala. En sus magníficos pectorales hay sitio para anunciar caramelos, Plátanos de Canarias o cualquier otro producto necesitado de los minutos de televisión que deja el fútbol. Hay gente que encuentra humillante ese remedo del clásico hombre-anuncio, pero a mí me parece más noble que portar cualquier emblema nacional.
Deseo a Dani, David y a todos ustedes unas vacaciones a la altura de su esfuerzo. Gracias y hasta septiembre.