miércoles, 18 de mayo de 2011

Envilecimiento



En Catalunya se está viviendo ahora, quizás porque las elecciones ya han pasado, una política de recortes sociales que se extenderá después del 22 de mayo al resto de las administraciones autonómicas y locales de España una vez se cierren las urnas.

Esos recortes, que en Catalunya están afectando de manera primordial a la sanidad y a la educación, ¿llevarán a la desaparición del Estado del Bienestar? No. Nunca la política socialdemócrata, que incluye la izquierda, pero también a buena parte de la derecha política permitiría poner en duda el tótem europeo. No desaparecerá, simplemente se envilecerá, como se envilece la moneda que pierde su valor sin perder su condición de moneda. Lo que importa son los significantes, aunque su valor sea insignificante.

Ese envilecimiento como pérdida de valor es un proceso ya conocido desde la aparición del papel moneda. También la ley, como ya escribió Bastiat, perdió su principal razón de ser –la defensa de la libertad individual, la vida y la propiedad- con el advenimiento de un estado inflacionario (de)generado por lo que denominaba la “avaricia estúpida”, caracterizada por querer prosperar a cuenta del dinero ajeno y por la “filantropía falsa”, caracterizada por querer hacer tabula rasa de las desigualdades sociales.

Una vez que ley y moneda viven sometidos a ese proceso de envilecimiento, todos los servicios públicos se contagian. Esto tampoco es nuevo, así los países subdesarrollados que a mediados del siglo pasado apostaban por las vías del progresismo tercermundista automáticamente -como si la sola voluntad fuera capaz de cambiar la realidad- mejoraban sus estadísticas en sanidad o educación…a base de otorgar títulos de licenciados a todos aquellos que realizaran un curso de seis meses, en lugar de una carrera de cuatro años.

Lo nuevo es que ahora ese proceso de envilecimiento de los servicios públicos se dará en el corazón del Estado del Bienestar, en Europa y singularmente en España. ¿Significa eso que España dejará de tener uno de los mejores y más universales sistemas sanitarios? En absoluto, que para eso éramos un país rico. Simplemente, la asistencia primaria se irá deteriorando tanto que quién pueda permitírselo contratará un seguro privado hasta que la sanidad pública sea pura beneficencia. ¿Acaso significa que sacrificaremos nuestro solidario sistema de pensiones de reparto? En absoluto, que para eso éramos un país rico. Simplemente, las condiciones para recibir una pensión se irán endureciendo tanto que la paga que se reciba será tan testimonial que quien pueda deberá hacerse un plan de pensiones privado para complementarla y no caer en la pura beneficencia.

Y bueno, ustedes los liberales, ¿no están contentos con volver al estado beneficencia de su añorado siglo XIX, cuando el Leviatán dormitó por unas décadas? No, si ese recorte del poder estatal no es fruto de un convencimiento a publicitar, sino del dictado de la dura realidad económica que trata de escamotearse a la opinión pública. Porque el envilecimiento conlleva siempre una estrategia de encubrimiento que dificulta la toma de decisiones racionales por parte de los ciudadanos, confundiendo a aquellos que bien informados ejercerían la voz (de la protesta) o la salida (del sálvese quien pueda).