Anderson, B. Comunidades imaginadas. Fondo de Cultura económica. México, 2016
La nacionalidad es el valor más
universalmente legítimo en la vida política de nuestro tiempo.
Nacionalismo y nacionalidad son
artefactos culturales de una clase nacidos a fines del siglo XVIII (la palabra
nacionalismo solo tuvo uso generalizado a finales del XIX).
El concepto de nación tiene tres
paradojas:
1. La modernidad objetiva de las
naciones frente a su antigüedad subjetiva a la vista de los nacionalistas.
2. La universalidad formal de la
nacionalidad como un concepto sociocultural frente a la particularidad
irremediable de sus manifestaciones concretas.
3. El poder político de los
nacionalismos frente a su pobreza e incoherencia filosófica. No existen grandes
pensadores del nacionalismo.
Definición de nación: “una
comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana” Es
imaginada porque aunque sus miembros no se conozcan, en la mente de cada uno
vive la imagen de su comunión. La nación se imagina limitada porque todas
tienen fronteras finitas, tras las cuales hay otras naciones. Se imagina
soberana porque nació en la época de la Revolución, cuando se destruyó la
legitimidad del reino dinástico jerárquico; buscan el estado soberano. Se
imagina comunidad porque se entiende el nacionalismo como un profundo
compañerismo horizontal.
¿Por qué la gente está dispuesta a
morir por algo que solo tiene dos siglos? Porque habla de la muerte y de su supervivencia,
de la inmortalidad. Algo que otras ideologías no hacen y que lo emparentan con
la religión. Nace con el reflujo de la religión frente a la Ilustración, pero
el sufrimiento humano seguía vivo. La idea de nación comporta como pocas la
idea de pervivencia más allá de la muerte: viene de un pasado inmemorial y
confían en un futuro eterno. Así, "la magia del nacionalismo es la
conversión del azar en destino". El nacionalismo debe alinearse, no con
las ideologías políticas, sino con los grandes sistemas culturales: comunidad
religiosa y reino dinástico.
Comunidad religiosa: todas las
grandes comunidades se concebían como cósmicamente centrales, por medio de una
lengua sagrada ligada a un orden ultraterrenal. A diferencia de las comunidades
imaginadas del nacionalismo tendían a la conversión. Los grupos sociales eran
jerárquicos y no basados en fronteras horizontales. Las comunidades religiosas
comenzaron a desvanecerse a finales de la Edad Media. ¿Por qué? Por los
descubrimientos geográficos (más variedad de modelos de vida), una degradación
de la lengua sagrada (que deja paso a nuevas lenguas) y la fragmentación de esa
comunidad (el latín deja de ser la lengua de la intelligentsia europea).
El reino dinástico: tiene su
legitimidad en la divinidad. El Rey es el centro y frente a su poder las
fronteras son porosas, no como en la soberanía actual donde el territorio bien
delimitado es esencial. Así, los matrimonios llevan a la unidad de territorios
muy diversos. Durante el siglo XVII comienza a declinar esa legitimidad divina
de la monarquía...y muchas monarquías comienzan a sustituirla por una
legitimidad "nacional".
Pero más allá del declinar de esos dos
sistemas culturales hay la crisis de tres ideas centrales que permite
"pensar" la nación: 1) la existencia de lenguas que permiten acceder
a lo trascendente, 2) la crisis de la legitimación de las monarquías centrales
3) los descubrimientos, la facilidad de los viajes y, sobre todo, 4) La
aparición del capitalismo impreso.
El origen de la conciencia nacional
La imprenta generará la circulación
de ideas y hará posible la aparición de comunidades horizontales. La lógica del
capitalismo impreso llevaría a ampliar el mercado con las lenguas de las masas monolingües,
una vez saturado el mercado del elitista latín. Las lenguas vernáculas tuvieron
un gran desarrollo impreso por el capitalismo. Dos factores lo reforzaron: la
Reforma, que amplió entre los hablantes de lenguas vernáculas con ediciones
baratas de la Biblia, lo que generó grandes grupos de lectores nuevos y el
segundo factor fue de la difusión de las lenguas vernáculas como instrumentos de
centralización administrativa de algunas monarquías absolutas. Ninguno podía
hacer del latín su lengua de estado, así que utilizaron una lengua vernácula,
lo que también llevó a la decadencia de una comunidad imaginada muy amplia,
como la propia de la cristiandad. El capitalismo impreso buscó nuevos mercados
más allá del latín, pero también privilegió la sistematización de las lenguas
(unificación), pues la multiplicidad de dialectos no permitía mercados
atractivos numéricamente. La lengua impresa impulsó la conciencia nacional de
dos formas: crearon campos unificados por debajo del latín y por encima de la
multiplicidad de la lengua hablada y crearon conciencia de compartir una misma
lengua que les separaba de los otros (esencial para el nacionalismo). También
fijó el lenguaje proporcionándole la idea de antigüedad esencial para el
nacionalismo (somos una única comunidad y muy antigua, que transmite ideas
desde hace muchos años). En resumen: "la convergencia de capitalismo y
tecnología impresa en la fatal diversidad del lenguaje humano hizo posible una
nueva forma de comunidad imaginada, que es lo que preparó el escenario para la
nación moderna".
Los pioneros criollos
Los procesos nacionalistas de LATAM
son muy peculiares respecto a los europeos: ni la lengua ni el origen eran
diferentes a los de la metrópoli y, por otra parte, se trataba de evitar un
alzamiento de las clases populares (se revolvieron contra las leyes que
establecían derechos para los esclavos). Enigma: ¿Por qué las clases criollas
desarrollaron un nacionalismo antes que el europeo? Se suele explicar dos
factores: los nuevos gravámenes del régimen de Carlos III sobre las clases
altas y la influencia de la Rev. Francesa y la Ilustración. Pero no es
suficiente para explicarlo, sobre todo porque esas clases criollas
nacionalistas mejoraron su situación a largo plazo, pero se arruinaron, se
sacrificaron por la independencia a corto plazo. ¿Cómo explicarlo? el imperio,
por su bastedad y diferencias, se había dividido en regiones administrativas
autónomas y en zonas económicas separadas, lo que las hizo ser concebidas como unidades. Esto,
más la marginación de las clases criollas (muy potentes económicamente) frente
al funcionario español y la llegada del capitalismo impreso (periódicos) llevó
a imaginar la nación.
Lenguas antiguas, modelos nuevos
La época de liberación americana
coincide con el comienzo de los movimientos nacionalistas en Europa (siglo
XIX). La diferencia es que aquí las "lenguas nacionales impresas"
eran esenciales políticamente. ¿Cómo se llegó a ello? En el siglo XVI el
descubrimiento por parte de Europa de otras grandes civilizaciones sugería un pluralismo
humano irremediable. Así mismo, la irremediable diversidad de las lenguas llevó
a la filología, que las comparaba y las fijaba (creación de lenguas literarias;
léxico). También llevó a la creencia que no había lenguas superiores a las
otras. Así, no es extraño que los grandes pioneros del nacionalismo fueran
profesionales ligados a la lengua (periodistas, profesores) que promovían
publicaciones en sus lenguas que fijaban el idioma y propiciaban su creación
literaria. Éstos creaban contenidos para el mercado impreso que eran consumidos
por clases lectoras de cierto poder, sobre todo funcionarios de las burocracias
estatales, que crecieron rápidamente, así como la burguesía. Las clases previas
producían su cohesión y solidaridad fuera de la lengua (parentesco, lealtades
personales) pero la burguesía no tenía esos mecanismos y fue el compartir una
lengua impresa que leían lo que generaba entre ellos sentimiento de
pertinencia.
Otro elemento esencial es que los
imperios dinásticos eran multilingües cuando el desarrollo de la burguesía, la
lengua impresa y las burocracias estatales impulsaron la unificación de las
lenguas vernáculas dentro de cada imperio. Esas lenguas de estado redujeron a
las demás.
Junto a la lengua hubo otro
elemento que llevó al estallido de los nacionalismos en la segunda parte del
siglo XIX: la configuración de un modelo de "estado-nación" que podía
replicarse fácilmente.
El nacionalismo oficial y el
imperialismo
En el XIX, el surgimiento de los movimientos
nacionalistas junto a la elefantiasis de los imperios crearon muchos problemas
políticos a las dinastías gobernantes. Esas dinastías ya habían aceptado
ciertas lenguas impresas como lenguas de estado con fines administrativos. Sin
embargo, la configuración política de las lenguas vernáculas que llevaron a
cabo los profesionales ligados a las lenguas (creación de comunidades
imaginadas de lectores de cada lengua) llevaron a las dinastías a "subirse
a la ola": de usar una lengua vernácula como lengua de estado se pasó a
querer unir la dinastía con identificaciones nacionales. Además, buscaban en la
identificación nacional nueva legitimidad para gobernar una vez perdida la
"sacralidad de la dinastía" por la ciencia y el capitalismo. Esto
llevó a lo que Seton-Watson llamó "nacionalismos oficiales", cuyo
mejor ejemplo fue la rusificación zarista como el intento de "crear una
nación" en lo que solo era un vasto imperio. Esta estrategia del
nacionalismo oficial surgió como una reacción a los movimientos populares
nacionales surgidos en la década de 1820. La rusificación de Alejandro III tuvo éxito. Otro gran ejemplo es la
introducción de la educación británica en la India, que debería llevar a
generar personas de pensamiento "inglés" independientemente de las
diferencias de etnia. Ambos fenómenos (rusificación y anglicanización generaban
grandes oportunidades laborales para las clases medias de la metrópoli; por contra,
las clases medias nativas estaban subordinadas a las que venían a configurar el
aparato burocrático desde la metrópoli. Además
no podían ir más allá de su terruño, ni en horizontal (otros territorios del
imperio) ni en vertical a la metrópoli.
Estos nacionalismos oficiales fueron inviables
cuando surgieron los nacionalismos populares, porque en el fondo eran una
respuesta a éstos por parte de las élites dinásticas. Vivían en la contradicción
entre nación y reino, donde los sometidos no tenían acceso al poder central del
reino, por racismo, pero también porque en ese poder central estaban naciendo
naciones que no querían compartir su poder con extranjeros.
La última oleada
Tras la 1 GM acabó la edad de las dinastías en
favor de la edad de los estados nación que reinarían hasta los 70. En los
estados coloniales de Asia y África la intelligentsia
fue esencial para el nacionalismo: eran alfabetizadas (formaban parte de la
comunidad imaginada escrita) y eran bilingües, con lo cual tenían conocimiento
de esos movimientos hacia el estado nación europeos que podían copiar. Existía,
no obstante, una diferencia respecto a los movimientos europeos del XIX: los
activistas eran jóvenes y hacían de la juventud un valor. Eran la primera
generación que había adquirido una educación europea. Pero eso era paradójico:
estudiaban lo mismo que los hijos de la metrópoli, pero siempre eran
inferiores; no podían ascender burocráticamente y viajaban por todo el país, lo que promovió un
sentimiento de un "nosotros"; muy formados, pero sin la oportunidad
que tienen los de la metrópoli. Todo esto lo reforzaba la lengua, generando
comunidades imaginadas y solidaridades particulares. La lengua impresa es lo
que inventa el nacionalismo, no una lengua por sí misma.
Patriotismo y racismo
Las naciones son invenciones, pero ¿Por qué
hay gente dispuesta a morir por ellas? Muchas veces se recalca el sentimiento
de odio al otro que hay detrás del nacionalismo, pero también hay que destacar
las solidaridades que genera, el amor que genera entre iguales. Hay una
sensación de algo no escogido en el nacionalismo, como en el color de la piel,
y lo no escogido genera fuertes lazos y voluntad de sacrificio. Eso promueve el
desinterés, es decir, el espíritu de sacrificio (en contraposición con el
interés individual de las relaciones comerciales). Morir por la patria, algo no
escogido, tiene un halo moral que no tiene morir por algo que has escogido,
como un partido político, por ejemplo. Este sentimiento de fatalidad que tiene
la nación está reforzado por la lengua: nadie sabe cuándo nace una lengua, por
lo tanto parece que es algo "natural" y eterno. Además, compartir una
lengua nos une afectivamente a los muertos más que cualquier otra cosa. Por otra parte, nada nos une afectivamente
más a los otros como compartir canciones y leyendas, y eso va ligado a una
lengua.
El racismo y el antisemitismo no surgen del
nacionalismo. El racismo tiene su origen más en ideologías de clase que en
términos de nación. No se manifiestan entre fronteras nacionales sino dentro de
cada nación. El racismo colonial en los imperios era un reflejo de la
superioridad de la metrópoli sobre las masas colonizadas; sin embargo, entre
los movimientos nacionalistas de las colonias no se daba el "racismo
inverso".
El ángel de la historia
La comunidad imaginada nacionalista ha tenido
presencia en todo el mundo. El nacionalismo contemporáneo es heredero de sus
transformaciones a lo largo de dos siglos.
El censo, el mapa y el museo
El censo con sus categorías cambiantes, el
mapa-logotipo (de colores por naciones) y el museo son tres elementos muy
importantes para el nacionalismo.
La memoria y el olvido
Es un resumen de lo anterior