sábado, 24 de noviembre de 2018

Todo lo que no es político es personal




Algo suena extraño cuando escuchamos a Pablo Iglesias decir que se deben “democratizar”los toros ¿Se referirá a la necesidad de bajar los precios de las entradas para que los desfavorecidos de la sociedad puedan asistir a las corridas? No, todo lo contrario, se trata de que la mayoría + 1, determinen si alguien, desfavorecido o no, puede ir a verlos. Si asistir a las corridas de toros no es obligatorio, ¿Por qué convertirlo en una disyuntiva para el conjunto de la sociedad? ¿Por qué generar desde la política esa escasez artificial de la diversidad humana?
Para la tradición colectivista, a la que Pablo Iglesias pertenece, la democracia no es solo un sistema mediante el cual dirimir la cuestión de quién debe gobernar sin que la alternancia precise derramar sangre, sino una oportunidad para que las mayorías puedan actuar sin limitación en cualquiera de los ámbitos de la vida de las personas. Sin norma superior que limite ese poder, basta conseguir la mitad más una de las voluntades para imponer tu idea del bien al conjunto de la sociedad, sea en el ámbito de la política como de la estética. Al despotismo se le ha complicado llegar, pero a cambio se le ha facilitado mantenerse: ya no se trata de convencer a un Líder Supremo, sino a un +1 del montón. Tal es el prestigio de la palabra democracia que se ha convertido en el más efectivo caballo de Troya de la libertad. Ningún buen liberticida puede prescindir de ella, sea para anatematizar como fundamentalistas democráticos a los incomprensivos con los propios, sea para adjetivar al régimen tirano alemán que se confrontó al federal.

La utilización liberticida de la palabra democracia tiene su correlato en la manida frase de Kate Millett: “todo lo personal es político”. Otra muletilla que suelen utilizar la gente de izquierdas, sean antitaurinos o no. Su mención por parte de un político es analgésica para todos los que sufren con su condición sexual o religiosa: la sociedad pronto llegará al rescate y se van a enterar todos de lo que uno sufre en silencio. Pero lo que valora el colectivista no es aliviar la soledad individual sino su reverso, la oportunidad para que los políticos puedan ocupar todo lo personal, decidiendo sobre las vidas y haciendas privadas, haciéndolas objeto de debate público y convenciendo –sofistas- a la mayoría para que limiten tu libertad individual.

En esa ambición de determinar políticamente lo que está más allá de la política está en el germen del totalitarismo. Es Goebbels inaugurando una exposición sobre el “arte degenerado” porque el régimen sabe interpretar lo que el pueblo determina como estéticamente correcto. Es Stalin convirtiendo al socialismo a la mismísima biología gracias a Lysenko…o es el poder político bienintencionado no permitiéndote ir a los toros porque la mayoría + 1 se cree con legitimidad para decir lo que puedes o no puedes hacer con tu dinero y tu tiempo.



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