domingo, 11 de noviembre de 2018

No estamos para bromas

Que el país no está para bromas lo demuestra la polvareda que ha levantado el episodio de Dani Mateo sonándose con la bandera española en El Intermedio. ¿Puede el humor reírse de todo? La verdad es que a nadie le gusta que se rían de uno, aunque también hay que aceptar que, como casi todo es susceptible de ofender a alguien, lo mejor que se puede hacer es reírse de los demás para compensar cuando nos toque a nosotros ser las víctimas. No hay otra. Los profesionales del humor son uno de los muchos colectivos que no permiten límites deontológicos a su actuación y siempre por nuestro bien, ¿Hay algo más sano que reírse de nosotros mismos? Si el humorista es de izquierdas, como es el caso de Dani Mateo, siempre cabrá la duda -soy generoso- de si se trata de un sano ejercicio de autoparodia o de escarnio, dada la atormentada relación del progresismo con la idea de España. Deberemos esperar a que aparezcan humoristas de derechas, y que ejerzan, para ver si somos capaces de reírnos de todo.

Como el de los  humoristas es un gremio solidario leo que Toni Soler, el gracioso oficial del independentismo catalán, ha hecho lo mismo con la bandera catalana en el programa de TV3 "Està passant". Porque los soberanistas también saben reírse de sí mismos, ¡Qué menos para los que están llevando a cabo la revolució dels somriures! Antes de verlo se asumía que, al ser un mero ejercicio de solidaridad gremial, la parodia ya llevaba implícita la desactivación de toda carga ofensiva. Eran  los “fachas malhumorados”, y no la bandera, el objeto de la censura. Pero hay que verlo, para creerlo.



Lo primero que sorprende es que Toni Soler no escoja la estelada para el sketch, que es lo que proporcionaría equivalencia a la ofensa. No, Toni Soler escoge para sonarse la senyera, una bandera despreciada por los soberanistas por autonomista y que ya solo aparece en las manifestaciones de los constitucionalistas. Los nacionalistas, incluso en sus ocasionales simulacros de epatar al botiguer, acaban por ejercer su rutinaria ofensa a los símbolos de la Constitución. Lo de todos los días. Pero como incluso eso parece ser demasiado para este precario enfant terrible –nunca se sabe cuánto de convergente queda en los que le pagan- Toni Soler se contenta con sonarse en un clínex cuatribarrado. Qué decepción… ¿Con este ejército quiere Torra arribar fins al final?

Ellos sí se toman sus símbolos en serio. Están construyendo una nación y no están para bromas, aunque solo pueda calificarse de humor involuntario convertir plazas y playas en grotescos Arlingtons en homenaje a fugados de la justicia y presos preventivos, esas víctimas del independentismo que no dejan descansar en paz a sus compatriotas con sus tuits.

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