Que el país
no está para bromas lo demuestra la polvareda que ha levantado el episodio de
Dani Mateo sonándose con la bandera española en El Intermedio. ¿Puede el humor
reírse de todo? La verdad es que a nadie le gusta que se rían de uno, aunque
también hay que aceptar que, como casi todo es susceptible de ofender a
alguien, lo mejor que se puede hacer es reírse de los demás para compensar
cuando nos toque a nosotros ser las víctimas. No hay otra. Los profesionales
del humor son uno de los muchos colectivos que no permiten límites deontológicos a su actuación y siempre por nuestro
bien, ¿Hay algo más sano que reírse de nosotros mismos? Si el humorista es de
izquierdas, como es el caso de Dani Mateo, siempre cabrá la duda -soy generoso-
de si se trata de un sano ejercicio de autoparodia o de escarnio, dada la
atormentada relación del progresismo con la idea de España. Deberemos esperar a
que aparezcan humoristas de derechas, y que ejerzan, para ver si somos capaces
de reírnos de todo.
Como el de
los humoristas es un gremio solidario
leo que Toni Soler, el gracioso oficial del independentismo catalán, ha hecho
lo mismo con la bandera catalana en el programa de TV3 "Està passant".
Porque los soberanistas también saben reírse de sí mismos, ¡Qué menos para los
que están llevando a cabo la revolució
dels somriures! Antes de verlo se asumía que, al ser un mero ejercicio de
solidaridad gremial, la parodia ya llevaba implícita la desactivación de toda
carga ofensiva. Eran los “fachas malhumorados”,
y no la bandera, el objeto de la censura. Pero hay que verlo, para creerlo.
Lo primero
que sorprende es que Toni Soler no escoja la estelada para el sketch,
que es lo que proporcionaría equivalencia a la ofensa. No, Toni Soler escoge
para sonarse la senyera, una bandera despreciada
por los soberanistas por autonomista y que ya solo aparece en las
manifestaciones de los constitucionalistas. Los nacionalistas, incluso en sus
ocasionales simulacros de epatar al
botiguer, acaban por ejercer su rutinaria ofensa a los símbolos de la
Constitución. Lo de todos los días. Pero como incluso eso parece ser demasiado
para este precario enfant terrible –nunca
se sabe cuánto de convergente queda en los que le pagan- Toni Soler se contenta
con sonarse en un clínex cuatribarrado. Qué decepción… ¿Con este ejército
quiere Torra arribar fins al final?
Ellos sí se
toman sus símbolos en serio. Están construyendo una nación y no están para
bromas, aunque solo pueda calificarse de humor involuntario convertir plazas y playas
en grotescos Arlingtons en homenaje a
fugados de la justicia y presos preventivos, esas víctimas del independentismo
que no dejan descansar en paz a sus compatriotas con sus tuits.
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